miércoles, 10 de diciembre de 2014

Hace cinco años vivía en Madrid un niño llamado Antonio al que le encantaban as fiestas de cumpleaños un día el líder de su clase hizo una fiesta y como era de esperar Antonio estaba invitado.Al día siguiente Antonio se presento en la fiesta con una ropa muy vieja y sucia y todo el mundo le negó la entrada, entonces corrió a su casa y se cambió. Al volver con su nueva vestimenta todo el mundo le hablaba y alagaba. Pero, de repente comenzó a meter las mangas en los platos de comida y todo el mundo lo miraba extrañado, hasta que el cumpleañero le preguntó que por qué lo hacia, y Antonio respondió: - me habéis dejado entrar gracias a mi ropa, así, que ella merece comer mas que yo. Esto dejo a todos los allí presentes callados y pensando en que razón llevaba el chico. Y desde entonces, todos aprendieron a valorar más la personalidad que las apariencias.

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